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Muestra de alumnos de Gladis Lizarazu

Taller de Dramaturgia para Adolescentes
Monólogos en construcción y lecturas
El viernes 19 de setiembre se realizó la muestra de los alumnos del Taller de Dramaturgia para Adolescentes, coordinado por Gladis Lizarazu. El Anexo de Argentores en Montevideo 696 se colmó de jóvenes acompañados por sus familias, y sus amigos, y todo tuvo un clima de fiesta. Participé como actriz en una lectura del monólogo del jovencísimo Pablo Cuman. Me divertí y me emocioné...

(Gladis Lizarazu y sus alumnos)

Gladis Lizarazu compartió lo que sintió acompañando a sus alumnos en la enorme aventura de mostrar los textos, escritos en el taller, con el siguiente texto:
"La primavera del teatro.
Una tarde de Agosto, hace muchos años, desembarqué sola por primera vez en la Terminal de trenes de Once. Por aquel entonces la estación era muy distinta a lo que es ahora, pero ya en esos años no daban ganas de quedarse allí a pasar el día ni mucho menos. Era, y creo lo sigue siendo, un lugar bastante áspero pero de tránsito necesario para los que vivíamos y aun viven en el oeste.
Yo tenia dieciséis años y me pasaba horas frente al espejo intentado convencerme de que algún día me crecerían las tetas. Estrenaba mi adolescencia en los tardíos años ochenta, muy instalados con sus aires de novedad de “venimos a cambiar todo, venimos a explotar”. Se sentía en el aire, no alcanzaba la idea, había que hacer cosas, había que salir del agujero, sacar lo mejor, sacar algo…
Esa tarde yo había decidido ir al teatro y me tomé el tren a capital, quería ir al San Martín. Había escuchado en algún lugar que había que ir al San Martín y no fue en la escuela. En la escuela no nos hablaban de eso, a duras penas llegamos a ver ”romanticismo” y, claro está, solo leímos las rimas de Bécquer.
La cuestión es que aquella tarde mientras esperaba mi turno en la cola del teléfono público
-quería asegurarme de tener la dirección exacta del teatro- se me acercó un hombre y me dio charla. En casa me habían advertido de no hablar con extraños, pero el hombre comenzó a proferir en su discurso palabras tales como: puesta en escena, memoria emotiva y otras por el estilo. Luego de una batalla interna asumí que ya estaba grande para decidir con quién hablar y le dije que efectivamente estaba buscando el teatro.Yo no tenía más que unos pesos para pagar una entrada y volver a casa y se los fui dando a medida que él me los pedía con excusas varias mientras me hacia cruzar y descruzar calles rumbo al Teatro San Martín, a donde lógicamente nunca llegamos. Era un profesional del engaño, un dramaturgo de la miseria. En Plaza de Mayo me dijo que me tomara el subte C y bajara en Constitución y eso hice. Ya en el vagón me corría un cosquilleo extraño, cerraba los ojos y pedía inútilmente que al salir sea cierto, que al salir esté el teatro.
Una década y media después, tras haber equivocado otros caminos me convocaron del San Martin, monté allí mi obra Agua. No fue entonces que recordé este hecho, fue hace un par de días a raíz de otro mucho más feliz. Sobre eso quería hablar pero apareció aquel recuerdo adolescente y seria injusto pensar que nada tiene que ver con lo que quiero contarles.
Llegué a Argentores con el Taller de Escritura Dramática para Teatro y Cine para Adolescentes en Mayo de este año. Desde entonces cada martes me reúno con mis jóvenes alumnos en la elegante sede de la calle Montevideo. Intentar relatar todo lo que allí pasa en pocas líneas sería una desafío de lo más injusto. Sí puedo, sin embargo, referirme a lo que pasó allí el viernes 19 de Setiembre cuando abrimos la clase al público, por decirlo de algún modo.
Desde hacía unos meses en el taller veníamos trabajando “monólogos”, cada uno de los chicos -a los que no fue difícil incentivar con ejemplos de autores como Beckett y Veronese- comenzó a desarrollar uno. Mi tarea consistía en hacerles comprender la diferencia entre un texto escrito en primera persona y un texto con entidad dramática y un personaje. Para ello me había pautado una fecha límite. Ponerse fechas límite presupone llegar a tiempo, ahora bien, ¿a tiempo para qué? En nuestro caso el objetivo era hacer una lectura de esos monólogos aun en proceso. Y eso fue lo que hicimos el viernes pasado, invitamos a la familia, a los amigos y tuvimos tan buena suerte de que un grupo de excelentes actores quisiera leer los trabajos y… ¡se armó la fiesta!
Esa fue la sensación que se respiraba en la casona de la calle Montevideo hace casi una semana, y hubo cuchicheo y risas y muchos flashes porque las cámaras no pararon de detener el tiempo en imágenes, algunas de ellas disponibles enhttp://www.flickr.com/photos/monologosenconstruccion/show/
“Monólogos en Construcción, lecturas”, tal como bautizamos el evento, contó con la colaboración de toda la casa, a quienes, mis alumnos y yo, hacemos llegar nuestro infinito agradecimiento, tuvo un intervalo dulce y el siguiente menú: Encuentro en Brasil, de Juan Olivares. Intérpretes: Agustín Labiaguerre y PaulaTravnik; La culpa de Florencia Schmelik. Intérprete: Susana Tale; La sospecha de Verónica N.Barrea. Intérprete: Daniela Horovitz; La espera de Juan Ignacio Otobre. Intérprete: Andrés Andreani; Blue de Francisco Sanchez Recondo. Intérprete: Josefina Recio; The Rock de Pablo Cuman. Intérprete: Stella Matute; Fotografias de Paula Poysegu. Intérpretes: Jorge Federico Sánchez; Martín Alleta y Susana Tale; Necesidad de atención de Camila Conte: Intérprete: Federico Constantino; Mañana de Giuliana Kiersz. Intérprete: Natasha Ivannova; Desorientada de Belén Colomé. Intérprete: Carla Facciorusso; Viento del este de Brian Kohan. Intérprete: Laura Battaglini.
La experiencia nos dejó tan contentos que albergamos la esperanza de repetirla a fin de año y mientras esperamos que eso suceda planeamos inaugurar nuestro blog, donde estarán disponibles los textos producidos en el marco del taller y todo lo que a él y a sus integrantes se refiera.
Me alegra poder compartir con ustedes nuestro entusiasmo. Me alegra poder entender el sentido de las cosas, el sentido del tiempo, poder comprender a Chejov con la claridad de la que no fui capaz en mis tempranos años, cuando la impaciencia me destemplaba el decir y repetía mecánicamente las líneas de una escena que solo entendería años más tarde “…nuestras penas se transformarán en alegrías para los que vivan después que nosotras… nuestra vida aun no ha terminado… ¡Viviremos! ... ! Un poco más y sabremos para qué vivimos… para qué sufrimos...! (Olga, Tres hermanas)Yo fui estafada en la primavera de mi vida, al menos hoy me consuela saber que eso sirvió para algo."


Me pareció interesante incluir esta reflexion en mi blog.

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